Para el Tío Roberto: cuando
sea grande quiero ser como vos.
Eximios Intérpretes del Balompié
Por Juan Baldomero Talarga
Hoy: Roberto “Diente Flojo” Minoli
El año 1947 estaba llegando a su fin, y nadie podía prever que ese
gurrumín nacido en un pequeño pueblito de la provincia de Buenos Aires hacía
pocas horas y que lloraba desconsolado en los brazos de su primeriza y joven
madre, se transformaría con los años en aquel temible goleador del glorioso
Racing Club de Avellaneda.
Nacía una leyenda: Roberto “Diente Flojo” Minoli.
Ya desde pequeño, Minoli dejó entrever su amor por la redonda: con solo quince años, y en los entretiempos de aquellas
soberanas batallas que eran los partidos del campeonato de Fútbol Agrario
—donde se destacaba como goleador representando a Juventud Agraria de Pardo—,
¡le entraba a las redondas de muzzarella!
con una glotonería poca veces vista.
Sin embargo, su desembarco en La Academia
se produjo recién a los dieciocho años, cuando dejó el nido materno para viajar
a Buenos Aires a comenzar sus estudios universitarios de Odontología.
Finalizaba el año 1965, y en la mente de Juan José Pizzutti ya se estaba
delineando el equipo que afrontaría el campeonato de 1966. Y si algo le
faltaba, era un goleador de los de antes, alguien que tuviera el arco entre
ceja y ceja y que supiera acompañar con audacia a gente como Raffo, Cárdenas,
Maschio, entre otras grandes figuras.
Es así que Pizzutti llamó a una preselección de nuevos talentos a la que
se presentó Minoli, quedando elegido por su elegancia en el juego aéreo, su elegancia en el desborde por izquierda y por derecha, su elegancia en el juego a un toque, su elegancia en el desmarque del rival, su
elegancia en el chutazo al gol… su elegancia en general, ya que fue el
único que participó de la preselección jugando a la par del resto de mocasines,
saco, corbata y pantalón de vestir,
atuendo con el que había rendido el examen de ingreso a Odontología.
Sus primeros años en el fútbol profesional son harto conocidos: campeón
con “El Equipo de José” en el
Campeonato Local de 1966, Libertadores, Intercontinental —frente al Celtic—,
por lo que evitaremos referirnos a ellos y haremos solo hincapié en el mítico
origen de su apodo “Diente Flojo”.
Tal apodo fue ingeniado y adosado al jugador rauchense por el patrón de
la defensa racinguista, Roberto Perfumo, conjugando dos habilidades notorias de
Minoli en un solo mote:
1. “Diente Flojo” se refería a los
estudios universitarios de Odontología que estaba cursando —profesión que
desarrollaría en forma paralela al fútbol profesional hasta su retiro del
mismo—.
2. “Diente Flojo” se refería,
también, a la facilidad con que caía Minoli en el área rival ante la efímera
presencia de cualquier defensor que lo marcara.
El resto es historia: años de sequía —sufridos por La
Academia — en conquistas de campeonatos nacionales,
provinciales, regionales, locales, de barrio, de la cuadra… en fin…
La única alegría para el sufrido pueblo racinguista fue aquella
Supercopa de 1988, en la cual Minoli quedó afuera del equipo titular por un
conflicto con los dirigentes: como máximo referente del plantel —próximo a
cumplir cuarenta y un años— llevó la voz cantante de los jugadores para el
cobro de los sueldos, primas, premios… y asados, vinitos, pizzas, cervezas,
chorizitos, mollejas, queso y dulce de leche, que los dirigentes no habían
pagado en los últimos cinco años.
Y es por eso que cobra notoria importancia que Minoli, con su juego
atildado, sereno, pero siempre pensando en el arco de enfrente, haya podido
superar y mantenerse —salvo el paréntesis mencionado de la Supercopa 1988— entre
los once titulares desde aquel lejano 1966 hasta el día de su retiro, 27 de
diciembre de 2001.
Con cincuenta y cuatro años cumplidos hacía solo un mes, dejó el fútbol
profesional luego de aquel legendario partido en el que Racing, de la mano de “Mostaza” Merlo, superaba 1 a 0 a Vélez obteniendo el ansiado
Campeonato Local luego de ¡treinta y cinco años!
En la jugada que a la postre sellaría el resultado del encuentro, Minoli
lanzó el centro envenenado que Loeschbor cabeceó al gol, venciendo la
resistencia del asombrado arquero velezano. Todos fueron a abrazar a un
emocionado Minoli, autor del letal envío al área, quien con lágrimas rodando
por sus mejillas, pidió enseguida el cambio y ovacionado desde los cuatro sectores
del Amalfitani, se fundió en un cálido abrazo con “Mostaza”, para luego ser llevado en andas por sus compañeros en la
vuelta olímpica.
Hoy se encuentra retirado de toda práctica deportiva, recluido en las
estancias que posee en su ciudad natal, disfrutando junto a su esposa, hijos, nietos,
hermanos, sobrinos, sobrinos nietos y varios más (…varios acreedores más…)
del descanso merecido luego de haber brindado treinta y seis años de sangre,
sudor y lágrimas como futbolista profesional a su querido Racing Club de
Avellaneda.
Roberto “Diente Flojo” Minoli
EXIMIO
INTÉRPRETE DEL BALOMPIÉ
Juanito
14 de Noviembre de
2007
Jajaja, genial biografía. Se nota que sos un bicho de fútbol y que te sale bien esto de escribir ;)
ResponderEliminarAbrazo de gol!
¡¡Jajaja!! Gracias, Walter...
EliminarSangre azulyoro corre por mis venas bien bosteras ;) . Pero eso no significa que no te mire y disfrute cualquier partido de fútbol, así se juegue en Chipre, o sea de la "D" o del Argentino "B". Como vos decís, un bicho de fútbol a pleno.
¡Saludos!
Cincuenta y cuatro años!!
ResponderEliminarYo no tengo noticia de ningún jugador profesional en Europa que se retirara tan mayor, menuda carrera deportiva!
Un abrazo Juanito!!
¡Jajaja! Qué te parece...
EliminarSacando este personaje de ficción (cuyo homónimo de la vida real, es una de las personas con más bondad que he conocido), los jugadores argentinos más longevos en retirarse del fútbol, por lo que pude averiguar por la web, han sido Hugo Orlando "Loco" Gatti (arquero, atajó varios años en Boca Juniors, entre otros equipos, Carlos Fernando "Mono" Navarro Montoya (arquero colombiano nacionalizado argentino, también atajó en Boca, entre otros equipos), y José Manuel "Charro" Moreno (reconocido jugador de River Plate), todos con cuarenta y cuatro años cumplidos).
Es muy posible que me falte alguno...
¡Saludos!
Muy impresionado por tan interesante biografía.
ResponderEliminarComo creyente de la salud y el deporte demuestra y confirma los beneficios del ejercicio.
Brindaste una super narrativa que además refleja la necesaria fortaleza de espíritu que impulsa a un crac de ésta calidad.
Recientemente ví una película acerca de la vida de Garrincha y contiene éste paralelismo de los grandes predestinados.
El fútbol sigue en ascenso debido al gran negocio que sigue creciendo, para mi que el futuro aún nos depara más sorpresas y evolucuón en éste tema.
¡Gracias por tus palabras, Carlos!
EliminarLa salud y el deporte yendo de la mano, seguro nos brindan una vida mucho mejor.
Generalmente son los arqueros (o algún defensor...) quienes se retiran con más edad, algunos pasando los cuarenta años. Aunque si todo sigue avanzando, como vos decís, pronto serán los delanteros quienes lleguen a esas edad todavía jugando.
Lo que sí es verdad es que el negocio alrededor del fútbol seguirá creciendo quién sabe hasta llegar a qué límites.
¡Saludos!
Una crónica que se destaca por el cariño que desprende cada pasaje. Deja en claro el amplio conocimiento que tenés sobre el fútbol y lo buena persona que sos.
ResponderEliminarLo leí de un tirón y fue un momento muy grato.
Gran trabajo.
Saludos.
¡Gracias, Raúl, por tu comentario!
EliminarPoca gente es tan bondadosa, tan altruista, como el protagonista de la historia (no el de ficción, sino el real). Muchos en mi ciudad le debemos un montón por su labor desinteresada, no solo en lo profesional, sino también en lo social y, más íntimo, en lo familiar.
Y el fútbol corre por nuestras venas a raudales; aunque se armen unas trifulcas bárbaras de cargadas entre ambos cuando se enfrentan su Academia con mi querido Boquita, je, je.
Me alegro mucho que hayas disfrutado su lectura.
Un abrazo.